sábado, 22 de octubre de 2016

20 de octubre.

(Reflexión de jueves.)

Personas grises, señorita, salgo a la calle y sólo veo personas grises.
Se pintan los labios con carmín, se ponen faldas y camisas de flores, que hasta hacen creer a uno que tienen la piel rosa y de algodón de azúcar debajo de la ropa.
Se tiñen el pelo de tantos colores que bailan con el viento y emboban, claro.
Repasan de oscuro cejas, párpados, pestañas y uñas.
Siguen subiéndose a escalones de humo para mirarnos desde arriba con expresiones de plástico del más verdadero asco.
Cuando llegan a casa, señorita, lo que no te cuentan es que se lavan la cara, quitan ropa y dejan de mirarse al espejo.
Las personas grises creen que los espejos son opacos.
Pero tú sabes, como yo, que son ventanas de cristal puro y transparente que reproducen la película que te quieras montar.
Ah, esas personitas, no saben hacer de chispas de colores, pétalos y mariquitas al vuelo, con los dedos, a los que tocan. Compran lápices y tienen la esperanza de poder pintar con ellos un atardecer entero.
(No tienen ni puta idea.)
Ay, señorita, lloras hasta por las personas que no pueden disimular la monocromía con colorete, te vacías a cuentagotas, pareces un reloj de arena.
Tú te quitas la ropa y te desmoronas como un ovillo de lana con tacto de nube, lo he visto.
Te manchas de polvo de tumbarte en el suelo, de creerte pozo sin fondo que refleja el cielo y hasta llegas a querer ser uno de ellos, porque te duele lo contrario.
No creas que engañas a nadie, señorita, te delatan los ojos azules. 


1 comentario:

  1. ¿Qué te voy yo a ti a decir que no te hayan dicho ya peli azul? Eres tú y tus letras y ya está.

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